Saltar al contenido principal.

Escudo de la Junta de Castilla y León; Página de inicio

Biblioteca de Castilla y León

Redes Sociales

  • X. Abre una nueva ventana
  • Facebook. Abre una nueva ventana
  • Youtube. Abre una nueva ventana
  • Instagram. Abre una nueva ventana
Contenido principal. Saltar al inicio.

Historia del edificio

  • Sin paginarSin paginar

Continuación

Cuando en 1523 el embajador veneciano Andrea Navagiero escribe su diario de viaje indica que entre las muchas casas que la nobleza poseía en Valladolid destacaba «sobre las demás, el palacio de Benavente, recientemente construido», calificándole de bellísimo (8) y Cristóbal de Villalón las cita también entre las excelentes (9). Coincide con esta noticia Fr. Antonio de Guevara quien en sus Epístolas familiares dice que esta casa la fabricó D. Alonso Pimentel en el año de 1520 (10).

Realmente se trataba del edificio privado más grandioso de todos los que se levantaron en Valladolid durante el siglo XVI y el que disponía de mejores vistas por su situación próxima al río.
Sus magníficas dimensiones -89 varas y media por 130 (=74 x 107,90 m.) (11) - aumentaban, por su falta de ornamentación exterior, la sensación de severidad y únicamente destacaba su puerta principal de acceso, descentrada con respecto a la fachada, cobijada con un alfiz de molduración renacentista en el que se disponían rodeados de laúreas los escudos de la familia Benavente (Pimentel y Herrera). Las esquinas del edificio se remataron con torres y en la parte posterior se extendía el jardín sobre el que se abría una galería o mirador.
El interior del palacio dispuso de dos patios, el principal columnado, separados por la crujía en la que se alojaba la escalera principal y la capilla, con una organización en planta muy similar a la que años después se emplearía en el Alcázar de Madrid (12).

En esta casa falleció el propio D. Alonso Pimentel, V conde y II duque de Benavente, el jueves 23 de junio de 1534 (13) y la magnificencia y tamaño del edificio le hizo convertirse con frecuencia en palacio real.
En su interior, en 1555, se celebraron cortes generales y durante la primera visita que hizo Felipe II, en 1559, a su villa natal después de su proclamación como rey se alojó en él. También lo hizo Felipe III, hasta que se trasladó al palacio que perteneció a D. Francisco de los Cobos, enfrente del convento de Dan Pablo, y allí dió a luz la reina Dª Margarita de Austria a las infantas Dª Ana Mauricia (22-IX-1601), que sería reina de Francia, y a Dª María (1-1-1603; 12-III-1604) instalándose también los reales Consejos y los principes de Saboya (14).

Disponiéndolas para que las habitara Felipe III, cuando la Corte decidió trasladarse a Valladolid, su ornato se completó con la creación de un parque que se extendía hasta el río en el que S.M. podía embarcarse para pasar a la Huerta del Duque de Lerma. Fue necesario dotarlo de arcas para la conducción de agua y a este nuevo espacio se accedía mediante tres puertas, que con el tiempo se conocerían como los "Arcos de Benavente", cuya traza facilitó el arquitecto Francisco de Mora y supervisó Diego de Praves; su cerramiento se completaba con tapias levantadas "desde la pared y esquina de la casa de palacio hasta el tope de las casas de las monjas de Santa Catalina.... y desde la esquina de las tapias de Santa Catalina hasta el tope de la capilla del colegio de San Gabriel" (15).

Grabado del edificio de la biblioteca en las primeras décadas del siglo XX

El edificio en las primeras décadas del siglo XX

Lo habitó asimismo D. Juan Alfonso Pimentel de Quiñones, VIII conde y V duque de Benavente, al regresar de Nápoles de desempeñar su virreinato el 17 de septiembre de 1610 (16) siendo también la residencia habitual de otros duques como el VII, D. Juan Francisco (retratado por Velázquez y muerto en Valladolid en 1652); el IX, D. Francisco Casimiro y el X, D. Antonio Francisco.

Precisamente viviéndolo este último duque, con su segunda esposa Dª María Felipa de Horns y toda su familia, se incendió el edificio "con fuego de alquitrán que alguna malicia impuso". Sucedió esto el día 20 ó 27 de julio de 1716, "como a cosa de las dos de la tarde" y murieron en el siniestro tres o cuatro personas. La voracidad del fuego duró hasta la media noche y se quemó toda la vivienda que mira a San Quirce y fachada del palacio "y en más de un mes se hallaba lumbre entre las ruinas" (17). Después del incendio, a pesar de que se valoraron los daños en un minucioso informe redactado por el arquitecto carmelita Fr. Pedro de la Visitación que permite conocer el uso que tenían las diferentes partes del edificio (18), pero tampoco se abandonó a su suerte sino que periódicamente se practicaron en él reparaciones para su conservación (19).

Hacía tan solo nueve años que Juan Alvarez de Colmenar hablando de Valladolid señalaba que el palacio del conde de Benavente estaba "perfectamente bien trabajado y muy magnífico" (20). Canesi por su parte señaló además que "tiene a la vista una plazuela circunvalada con asientos de piedra, jurisdicción suya" y que adornaba su edificio "un precioso mirador que cae sobre el río Pisuerga y vista de la Huerta del Rey y su horizonte es muy deleitable y de él sale una fuente subterránea que se manifiesta en el Espolón nuevo".

Además de las habitaciones habituales en toda vivienda noble, ésta disponía de oratorio, una importante armería, presidida por la estatua de Hércules, y de otras muy particulares como la librería, la pieza del juego de trucos, el salón de comedias, el aposento del Nacimiento, la botica, etc. y en su extenso jardín existía una gruta con nichos en los que se alojaban esculturas mitológicas.
La colección pictórica y escultórica que se guardaba en la casa era muy importante según se puede comprobar por un inventario de 1652. Entre las pinturas destacaban las originales del Bosco, Andrea de Salerno, Rafael, Tintoretto, Tiziano, Barocci, Cambiaso, el Greco, Caravaggio, Rubens, Ribera, etc.; y de las esculturas que sobresalían bustos de alabastro, mármol y bronce además de las que representaban en mármol a Venus, Diana cazadora, Hércules, Apolo, Baco y numerosos putti. Su destino posterior se desconoce; algunas seguramente desaparecerían en el primer incendio que padeció el edificio acaecido en 1668, otras en el posterior de 1716 y el resto se integrarían, hasta su dispersiómn, en la importante colección que reunieron los duques de Osuna, en los que recayó la casa de los condes duques de Benavente al finalizar el siglo XVIII.

El palacio perteneció a los condes de Benavente hasta 1799 en que fue adquirido por el Ministerio de la Guerra, decidiéndose con posterioridad que fuera utilizado como sede del Hospicio de la ciudad, llevándose a cabo las reparaciones necesarias para su acondicionamiento que fueron dirigidas por el arquitecto Pedro García González (21).

A comienzos de los años 90, fue rehabilitado para convertirse en sede de la Biblioteca Pública de Valladolid (22 ).