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Biblioteca de Castilla y León
Biblioteca de Castilla y León
El IV conde y I duque de Benavente, D. Rodrigo Alfonso Pimentel adquirió el día 4 de mayo de 1475, por 240.000 maravedís, una gran extensión de terreno al noroeste de Valladolid, «en la calle de la puente», con intención de edificar su casa palacio 1.
El proceso de su construcción, iniciado en 1516, provocó poco después violentas críticas entre el vecindario vallisoletano que temía se edificase una auténtica fortaleza que podría perjudicar los intereses de la población convirtiendo a su propietario en un auténtico señor feudal, en momentos tan difíciles como los que precedieron a la revuelta de las Comunidades.
Por este motivo se originó una minuciosa investigación con la intención de averiguar si los temores eran fundados, determinándose las autoridades a embargar las obras iniciadas. El 31 de enero de 1519 los regidores comenzaron su informe y establecieron comparaciones con otras casas importantes de la población, como la de D. Francisco del Nero (posteriormente de D. Galván Boninseni) o la de D. Juan Velázquez. No obstante se apreció que sus cimientos, por la parte de la plaza de San Quirce, poseían tan solo media vara de ancho y las troneras o lumbreras que se hacían no eran ofensivas sino que servían para dar luz a las bodegas. No podía compararse por lo tanto con la casa del Almirante, que disponía de muros gruesos, cubos aprovechados de la cerca y una torre en su parte posterior. Además en Valladolid existían otras casas torreadas como la del conde de Osorno y la de D. Diego de Quiñones, y otras se hallaban edificadas sobre los cubos de la muralla, sin que ninguna se considerara como casa fuerte.
Algún regidor estimó que únicamente debía de embargarse el esquinazo de piedra que estaba enfrente del postigo llamado del río o de los aguadores, procurando que el grueso de su pared fuese similar al del cimiento del resto de la casa. El corregidor solicitó que el conde de Benavente no hiciese torres ni cubos ni siquiera en la esquina hacia el río o junto a la huerta, puesto que «la casa y edificio fuerte está sobre la puente del río y tenía cimiento de 10 pies de ancho y cercada toda a la redonda de troneras y en diversas partes de cubos muy fuertes».
Nombrados peritos para que informaran sobre la veracidad de los argumentos, el conde de Benavente designó al maestro Felipe y a García de Entrambasaguas, mientras que el Regimiento vallisoletano estuvo representado por los maestros Antonio de Cieza y Juan Gálvez. Este último declaró que la tan denostada esquina de la casa no podría considerarse como fortaleza si se continuaba edificando como hasta entonces y a sus paredes se les daba la anchura de las que arrimaban a ellas. Así se acordó y los regidores no volvieron a molestar al conde de Benavente que pudo finalizar su casa, (2) saliéndose con la suya ya que el torreón, que tenía planta cuadrada y medía 16 m. de lado, se edificó.
Sobre la identidad del arquitecto que construyó el edificio se han manejado diversos nombres. Agapito y Revilla supuso que el tal maestro Felipe podría haber sido Felipe de Borgoña; (3) García Chico, apoyándose en que el maestro Juan de Torollo era «maestro y veedor de las obras del señor conde» por aquellos mismos años no dudó en hacerle responsable de su autoría.(4) Recientemente Vasallo ha aportado el nombre de «maestre Martín de Bruselas» como posible autor de este edificio en el que actuaba como veedor de sus obras en 1520 (5).
V. Carderera. El palacio del conde de Benavente desde el Espolón nuevo, hacia 1836. Madrid. Biblioteca Nacional
Que los ciudadanos vallisoletanos tenían fundadas razones para estar atemorizados se puede comprobar gracias a una acuarela pintada hacia 1836 por Valentín Carderera (Madrid. Biblioteca Nacional) en la que representó el palacio del conde de Benavente visto desde los jardines del Espolón nuevo o de las Moreras (6), apreciándose en primer término el soberbio torreón levantado por el conde en sus casas y que no desapareció hasta 1842, utilizándose entonces sus materiales en la construcción del fuerte de San Benito (7).
Cuando en 1523 el embajador veneciano Andrea Navagiero escribe su diario de viaje indica que entre las muchas casas que la nobleza poseía en Valladolid destacaba «sobre las demás, el palacio de Benavente, recientemente construido», calificándole de bellísimo (8) y Cristóbal de Villalón las cita también entre las excelentes (9). Coincide con esta noticia Fr. Antonio de Guevara quien en sus Epístolas familiares dice que esta casa la fabricó D. Alonso Pimentel en el año de 1520 (10).
Realmente se trataba del edificio privado más grandioso de todos los que se levantaron en Valladolid durante el siglo XVI y el que disponía de mejores vistas por su situación próxima al río.
Sus magníficas dimensiones -89 varas y media por 130 (=74 x 107,90 m.) (11) - aumentaban, por su falta de ornamentación exterior, la sensación de severidad y únicamente destacaba su puerta principal de acceso, descentrada con respecto a la fachada, cobijada con un alfiz de molduración renacentista en el que se disponían rodeados de laúreas los escudos de la familia Benavente (Pimentel y Herrera). Las esquinas del edificio se remataron con torres y en la parte posterior se extendía el jardín sobre el que se abría una galería o mirador.
El interior del palacio dispuso de dos patios, el principal columnado, separados por la crujía en la que se alojaba la escalera principal y la capilla, con una organización en planta muy similar a la que años después se emplearía en el Alcázar de Madrid (12).
En esta casa falleció el propio D. Alonso Pimentel, V conde y II duque de Benavente, el jueves 23 de junio de 1534 (13) y la magnificencia y tamaño del edificio le hizo convertirse con frecuencia en palacio real.
En su interior, en 1555, se celebraron cortes generales y durante la primera visita que hizo Felipe II, en 1559, a su villa natal después de su proclamación como rey se alojó en él. También lo hizo Felipe III, hasta que se trasladó al palacio que perteneció a D. Francisco de los Cobos, enfrente del convento de Dan Pablo, y allí dió a luz la reina Dª Margarita de Austria a las infantas Dª Ana Mauricia (22-IX-1601), que sería reina de Francia, y a Dª María (1-1-1603; 12-III-1604) instalándose también los reales Consejos y los principes de Saboya (14).
Disponiéndolas para que las habitara Felipe III, cuando la Corte decidió trasladarse a Valladolid, su ornato se completó con la creación de un parque que se extendía hasta el río en el que S.M. podía embarcarse para pasar a la Huerta del Duque de Lerma. Fue necesario dotarlo de arcas para la conducción de agua y a este nuevo espacio se accedía mediante tres puertas, que con el tiempo se conocerían como los "Arcos de Benavente", cuya traza facilitó el arquitecto Francisco de Mora y supervisó Diego de Praves; su cerramiento se completaba con tapias levantadas "desde la pared y esquina de la casa de palacio hasta el tope de las casas de las monjas de Santa Catalina.... y desde la esquina de las tapias de Santa Catalina hasta el tope de la capilla del colegio de San Gabriel" (15).
El edificio en las primeras décadas del siglo XX
Lo habitó asimismo D. Juan Alfonso Pimentel de Quiñones, VIII conde y V duque de Benavente, al regresar de Nápoles de desempeñar su virreinato el 17 de septiembre de 1610 (16) siendo también la residencia habitual de otros duques como el VII, D. Juan Francisco (retratado por Velázquez y muerto en Valladolid en 1652); el IX, D. Francisco Casimiro y el X, D. Antonio Francisco.
Precisamente viviéndolo este último duque, con su segunda esposa Dª María Felipa de Horns y toda su familia, se incendió el edificio "con fuego de alquitrán que alguna malicia impuso". Sucedió esto el día 20 ó 27 de julio de 1716, "como a cosa de las dos de la tarde" y murieron en el siniestro tres o cuatro personas. La voracidad del fuego duró hasta la media noche y se quemó toda la vivienda que mira a San Quirce y fachada del palacio "y en más de un mes se hallaba lumbre entre las ruinas" (17). Después del incendio, a pesar de que se valoraron los daños en un minucioso informe redactado por el arquitecto carmelita Fr. Pedro de la Visitación que permite conocer el uso que tenían las diferentes partes del edificio (18), pero tampoco se abandonó a su suerte sino que periódicamente se practicaron en él reparaciones para su conservación (19).
Hacía tan solo nueve años que Juan Alvarez de Colmenar hablando de Valladolid señalaba que el palacio del conde de Benavente estaba "perfectamente bien trabajado y muy magnífico" (20). Canesi por su parte señaló además que "tiene a la vista una plazuela circunvalada con asientos de piedra, jurisdicción suya" y que adornaba su edificio "un precioso mirador que cae sobre el río Pisuerga y vista de la Huerta del Rey y su horizonte es muy deleitable y de él sale una fuente subterránea que se manifiesta en el Espolón nuevo".
Además de las habitaciones habituales en toda vivienda noble, ésta disponía de oratorio, una importante armería, presidida por la estatua de Hércules, y de otras muy particulares como la librería, la pieza del juego de trucos, el salón de comedias, el aposento del Nacimiento, la botica, etc. y en su extenso jardín existía una gruta con nichos en los que se alojaban esculturas mitológicas.
La colección pictórica y escultórica que se guardaba en la casa era muy importante según se puede comprobar por un inventario de 1652. Entre las pinturas destacaban las originales del Bosco, Andrea de Salerno, Rafael, Tintoretto, Tiziano, Barocci, Cambiaso, el Greco, Caravaggio, Rubens, Ribera, etc.; y de las esculturas que sobresalían bustos de alabastro, mármol y bronce además de las que representaban en mármol a Venus, Diana cazadora, Hércules, Apolo, Baco y numerosos putti. Su destino posterior se desconoce; algunas seguramente desaparecerían en el primer incendio que padeció el edificio acaecido en 1668, otras en el posterior de 1716 y el resto se integrarían, hasta su dispersiómn, en la importante colección que reunieron los duques de Osuna, en los que recayó la casa de los condes duques de Benavente al finalizar el siglo XVIII.
El palacio perteneció a los condes de Benavente hasta 1799 en que fue adquirido por el Ministerio de la Guerra, decidiéndose con posterioridad que fuera utilizado como sede del Hospicio de la ciudad, llevándose a cabo las reparaciones necesarias para su acondicionamiento que fueron dirigidas por el arquitecto Pedro García González (21).
A comienzos de los años 90, fue rehabilitado para convertirse en sede de la Biblioteca Pública de Valladolid (22 ).
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NOTAS
(1) Sobre el palacio o los condes de Benavente cfr. Claret, «Los condes de Benavente», Revista de historia y genealogía española, 1917, pp. 385-392; E. García Chico, «El palacio del conde de Benavente», Boletín de la Real Academia de la Purísima Concepción de Valladolid, 1946, pp. 1330; Idem, Pintores, 1, Valladolid, 1946, pp. 388-399 (indica el leg. 1. 1 18 cuando en realidad es el leg. 1.878); J. J. Martín González, La arquitectura doméstica, pp. 124-13 1; 1. Beceiro Pita, «Los libros que pertenecieron a los condes de Benavente, entre 1434 y 1530», Hispania, 1983, pp. 237- 280; A. Rucquoi, Valladolid en la Edad Media, 1, Valladolid, 1987, p. 58.
(2 )J. Agapito y Revilla, «Momentos de la historia de Castilla. Valladolid desde la muerte de doña Isabel la Católica hasta el perdón de las Comunidades», Diario Regional, 22-XI-1934 a 13-II-1935; J. J. Martín González, La arquitectura, pp. 124-131; E. García Chico, «El palacio del conde de Benavente», BRAPCV, 1946, p. 13 y ss.; E Ruiz Martín, «Disensiones en Valladolid en vísperas de las Comunidades de Castilla», Cuadernos de Investigación histórica, 11, 1978, pp. 443-458.
(3) Momentos de la historia de Castilla», Diario Regional, 1934-1935. Tal vez este «maestre Felipe» fuese el mismo maestro Felipe de Baeza, cantero que el 22-V-1514 compra un censo al convento de San Pablo sobre un suelo en el barrio nuevo de San Nicolás, cfr. AHPV Hacienda, 1.' serie, Censos
(4) Valladolid. Papeletas de historia y arte, Valladolid, 1958, p. 90. Esta atribución fue recogida por R. L. Kagan y F. Marías (Ciudades del Siglo de Oro. Las Vistas Españolas de Antón Van den Wyngaerde, Madrid, 1986, p. 389). En realidad Juan Torollo fue maestro de hacer algibes, cfr. L. Vasallo Toranzo, Arquitectura en Toro (1500-1650), Zamora, 1994, pp. 299-300.
(5) En mayo de aquel año pagaba a los canteros Pedro de la Sierra, vecino de Toro, y a Diego de Lastra, vecino de Pámames, 5000 mrs. por labrar 100 varas de losas y pasos, cfr. L. Vasallo Toranzo, ob. cit., p. 50.
(6) BN, Carderera Segunda adquisiciones, 16-18, n.' 34; mide 0,17 por 0,23 cm.; acuarela coloreada.
(7) AMV, Libro de Actas, 1842, fol. 174, 19-VII-1842.
(8) E. Huerta Alcalde, El arte vallisoletano en los textos de los viajeros, Valladolid, 1990, p. 52.
(9) Ingeniosa comparación entre lo Antiguo y lo Presente hecha por el bachiller Villalón, Valladolid,1539 (ed . 1898, pp. 172-173).
(10) M. Canesi, Historia. lib. 6, cap. 37, fol. 316 vº. AHPV, Hacienda, l.' serie, lib. 325, fol. 104 vº.
(11) AHPV, Hacienda, 1.º serie, lib. 325, fol. 104 vº.
(12) J. J. Martín González, Monumentos civiles de la ciudad de Valladolid, Valladolid, 1983, pp. 81-84.
(13) AHPV, leg. 84, fol. 852.
(14) T. Pinheiro da Veiga, Fastiginia, ed. Valladolid, 1973, p.64.
(15) El cantero Juan de Riaño se encargó de hacerlas en seis días. De las tapias se encargaron Llorente de Palenzuela y Pedro Pachón, cfr. AHPV, leg. 1023. en 1846 se propone ensanchar el arco central 4 ó 5 pies por lado, "desmontando el arco actual y cortando el excesivo frente que presentan las pilastras que le apoyan". Cfr. ARCHV, documentación Municipal, Caja 376, nº 23.
(16) BN, Manuscrito 10.662. En 1610 el carpintero Francisco Ledesma reparó las caballerizas para que por sus puertas pudiesen entrar los caballos ensillados e hizo nuevas pesebreras y ventanas (AHPV, leg. 1440, fol. 1335). en 1643 se fabricaron cuatro puertas y cuatro ventanas en las torres y en 1645 una nueva noria en el jardín (AHPV, leg. 1804, fol.31).
(17) M. Canesi (Historia, fol.316vº) y V. Pérez (Diario, p.47) no se ponen de acuerdo ni en el día ni en el tiempo que duró el fuego ni en el número de personas que fallecieron. Ya en 1668 el edificio sufrió un incendio que afectó sobre todo a los tejados, cfr. J.J. Martín González, "Los incendios del palacio del conde de Benavente en Valladolid", BSAA, 1969, p.335. En 1701 se hicieron obras en el palacio y se menciona "el patio derribado", cfr. AHPV, leg.2 762, fol. 48.
(18) J.J. Martín González, "Los incendios", BSAA, 1969, pp. 335-338.
(19) José Morante cobró 2.914 rs. por las obras y reparos que hizo "ebn la casa palacio que en esta ciudad tienen S.E. el año de 1743", cfr. AHPV, leg. 3.518, fol. 1 (1745).
(20) F. Huerta Alcalde, ob.cit., p.271
(21) J.Mª Palomares Ibáñez, La asistencia social en Valladolid. El hospicio de pobres y la Real Casa de Misericordia (1724-1847), Valladolid, 1975, p.136
(22) I. y M. de las Casas y J. L. Lorenzo, "Rehabilitación del palacio de los condes de Benavente. Valladolid". BAU, (Revista del Colegio oficial de arquitectos de León, colectivo de arquitectos de Castilla y León Este y Colegio oficial de arquitectos de Castilla-La Mancha), 1, pp. 49-64.
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Del libro:
Urrea, Jesús. Arquitectura y nobleza : casas y palacios de Valladolid.Valladolid : Consorcio IV Centenario Ciudad de Valladolid, 1996, págs. 41-45.