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Biblioteca Pública de Zamora
Biblioteca Pública de Zamora
3 de junio de 2016
15 de julio de 2016
Todos los públicos.
Gratuito
Exposición
Biblioteca Pública de Zamora
Plaza Claudio Moyano, s/n. C.P.: 49001 Zamora.
980 531 551
980 516 032
Correo electrónico (pulse para verlo)
Exposición del 3 de junio al 15 de julio de 2016
Ajubel - Pablo Amargo - Pablo Auladell - Arnal Ballester - Alberto Gamón - Mónica Gutiérrez Serna
Violeta Lópiz - Raquel Martín - Elena Odriozola - Javier Odrioloza - Javier Olivares - Claudia Ranuzzi
Antonio Santos - Emilio Urberuaga - Noemí Villamuza - Óscar Villán
Sala de Exposiciones de la Biblioteca Pública del Estado
Horario:
Lunes a viernes: 10:00 a 14:00 h. y 17:00 h. a 21:00 h.
Sábados: 10:00 a 14:00 h.
Domingos y festivos: cerrado
Mes de julio: horario de verano 10:00 a 14:00 h.
Inauguración > viernes 3 de junio > 19:30 h.
Ilustración: Mónica Gutiérrez Serna
Considerar la infancia como patria es un tópico al que se han referido con pocas variantes escritores como Charles Baudelaire, Rainer Maria Rilke o Antoine de Saint-Exupéry, entre otros. “La infancia es la patria común de todos los mortales” es la frase que pronunció Miguel Delibes para justificar el éxito de sus personajes infantiles tanto en España como en el extranjero. Y es que, efectivamente, los niños creados por Delibes, algunos inolvidables, protagonistas o no de sus novelas y cuentos, acabaron por convertirse en una de las constantes de su obra literaria.
En el año 2012 la
Fundación Miguel Delibes
quiso rendir un homenaje a estos pequeños personajes y decidió hacerlo a través de la ilustración, una disciplina cercana a Delibes, que se inició en el periodismo como caricaturista, y que, además, en 1960, realizó una veintena de dibujos a tinta china, ágiles e ingenuos, para ilustrar una edición de su novela El camino publicada por la Universidad de Columbia.
En el origen de esta exposición, se seleccionaron quince textos de Delibes, pertenecientes a diez de sus obras, donde los niños juegan un papel esencial. Cada texto fue entregado a un ilustrador de reconocido prestigio en nuestro país al que se encargó hacer un retrato del niño protagonista y poner en imágenes lo que el texto del escritor le sugería.
El resultado es esta exposición que ahora pueden contemplar y que durante tres años ha viajado de la mano del Instituto Cervantes a diez de sus sedes en tres continentes diferentes.
La exposición se completa con un buen número de obras de Miguel Delibes ilustradas en su momento por destacados artistas coetáneos: Antonio Mingote, José Ramón Sánchez, José María González “Peridis”, José Vela Zanetti, Luis de Horna o Julián Grau Santos.
Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010) es uno de los nombres imprescindibles en la novela española de la segunda mitad del siglo XX y también uno de los autores españoles más leídos y más traducidos del siglo XX. Profesor, periodista, cazador, padre de siete hijos, ecologista avant la lettre…, Delibes escribió sin apenas darse tregua. Cerca de sesenta títulos —novelas, cuentos, libros de viajes, obras sobre caza y pesca, títulos dedicados a los niños, un diario, algunos ensayos y multitud de artículos periodísticos— forman la obra de un autor comprometido con los problemas de su tiempo, gran conocedor de Castilla, amante de la naturaleza y dotado de un prodigioso dominio de la lengua.
La muerte, la infancia, la naturaleza y los problemas sociales aparecen como temas constantes en la narrativa de este escritor que alternó siempre literatura y periodismo y que no dudó en servirse de la ficción cuando la censura franquista le impidió denunciar en El Norte de Castilla —periódico al que estuvo ligado toda su vida y del que fue director entre 1959 y 1963, año en que presentó su dimisión— los problemas más acuciantes del campo castellano. Elegido miembro de la Real Academia Española en 1973, Miguel Delibes dedicó su discurso de ingreso a lanzar un mensaje de alerta ante la destrucción del medio ambiente, al tiempo que defendía un progreso basado en la relación equilibrada y armónica entre hombre y naturaleza.
Los numerosos premios institucionales recibidos por Miguel Delibes (Premio Príncipe de Asturias 1982, Premio de las Letras Españolas 1991, entre otros) culminaron con la concesión, en 1993, del prestigioso Premio Cervantes, el más importante galardón de las letras hispanas. Pero quizá el mejor de todos los premios fue el cariño y la fidelidad de unos lectores que puntualmente acudían a la cita cada vez que el autor volvía con un nuevo libro, fuera o no novela.
Hombre de fidelidades —a sus ideas, a sus amigos, a su tierra—, pesimista por naturaleza y buen conocedor de los problemas de su época, Miguel Delibes afirmaba que él no era un intelectual, pero su actitud y sus escritos son buenos testimonios de una postura crítica mantenida a lo largo del tiempo: la preocupación ética está siempre presente en el autor castellano, un decidido defensor de la dignidad y libertad humanas que nunca dudó en tomar partido por los personajes sencillos que pueblan su obra, víctimas por lo general de la historia que les ha tocado vivir.