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Biblioteca Pública de Zamora
Biblioteca Pública de Zamora
4 de diciembre de 2014
Biblioteca Pública de Zamora
Programación de actividades para niños y adultos
Con motivo de la celebración del Día del bibliobús el 28 de enero, la Biblioteca Pública y el Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas de Zamora organizan diversas actividades para sus protagonistas, ciudadanos lectores, niños y adultos, de más de 240 pueblos y colegios públicos rurales de la provincia de Zamora.
El servicio de bibliobuses de Zamora comenzó en la provincia de Zamora hace 35 años. Entre 1980-1985 se pusieron en funcionamiento cuatro vehículos, tres de préstamo e información y un cuarto, el bibliobús escolar, que desarrolla, además, actividades de fomento de la lectura con alumnos de infantil, Primaria y Secundaria en 26 centros escolares con el apoyo de la Dirección Provincial de Educación. Este bibliobús ha recibido varios premios por sus actividades de animación a la lectura en apoyo y colaboración con los profesores.
La Diputación Provincial de Zamora y la Junta de Castilla y León impulsan de forma decidida a los bibliobuses por la labor social y cultural que desarrollan estos servicios bibliotecarios móviles en el mundo rural. Desde un principio, contaron con la colaboración para la adquisición de los vehículos de la Caja de Ahorros Provincial de Zamora (luego Caja España) y, en 2007, con Caixa Catalunya.
La presencia de los bibliobuses en el mundo rural supone una aportación digna de ser destacada y recordada por su aportación a la cultura y a la calidad de vida de los zamoranos.
Y llegó el libro…Antes, en el principio de los tiempos, llegó el hombre y su ganado para hacer pueblo y amistad, pero no fue suficiente. Después llegó la piedra para hacer templo y torre y así comunicarse con los dioses y escrutar las estrellas, pero no fue suficiente. Y llegó el libro. Primero en la tabla de barro y en el papiro, después en las entregas furtivas de los amanuenses, luego carros de ellos saliendo de la imprenta, maletas que alguien deja a la puerta de escuelas infantiles, y ahora en sólidos bibliobuses alcanzando las plazas de casi todos los pueblos.
Pero, en su inquieto andar de allá para acá, el libro busca aquietar al lector. Aquietar al niño que escucha el viejo cuento donde todo es posible. Aquietar al que busca la sombra y el descanso. Aquietar la respiración del que tiene en las manos un libro prohibido. Aquietar al que sabe que aún no sabe todo y anota presuroso las claves de un secreto. Aquietar al que regresa de la fábrica cuando busca la fuerza para seguir sintiendo. Y también añadir una frágil quietud a quien viaja en el Metro apurando palabras en un túnel sin luz.
Y así crecemos. En su cobijo. En esa lentitud de las palabras, de las palabras nuestras. De la lengua materna que ha guardado en los libros la memoria de los que fueron antes. De la lengua que nos hace y nos anima a seguir escribiendo otro día, otra casa, otro sueño. Nuestro lento pensar encuentra en las palabras la forma de decirles a los otros la confusa emoción que no entendemos. Y despacio leemos cómo viven los otros y cómo se desvive, en las hojas del libro, lo que pudimos ser de haber nacido antes o después o en otras cordilleras.
Y por eso van y vienen los libros de mano en mano, de pueblo a pueblo, para alimentarnos de usos compartidos. A medias, entre todos, las palabras. De aquí para allá sobre la misma guarda siempre el mismo mensaje leído de mil y una formas diferentes. Siempre el mismo alimento el que se presta entre tanta devolución. ¿Quién no puede desear que los libros viajen hasta aquellos que lejos esperan impacientes la quietud de sus páginas? Digno oficio tiene el que se empeña en no dejar quietos los libros. Ilusionante trajín, ligera carga, del que vivió el revuelo cuando se abrió la puerta….y llegó el libro.
Fernando Martos Parra