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Teófilo Ortega

 

  Nació en 1905 en Palencia, escritor palentino, gran promesa en el mundo literario español de la década anterior al 36, por una serie de circunstancia su voz se silenció, sus libros desaparecieron de las librerías y el propio autor parecía empeñado en olvidar lo que fue su verdadera pasión en sus años jóvenes: su vocación de escritor.
La edición de la obra más importante de Teófilo Ortega se sitúa entre los años 1927 y 1935. Sus libros son fundamentalmente ejercicios de ensayo, reflexiones en torno a temas literarios, humanos y políticos y su prosa es envolvente y profunda.
Hay que destacar sus colaboraciones en revistas como “Meseta” de Valladolid, “Parábola” de Burgos, “Manantial” de Soria o la “Revista de las Españas” y los numerosos artículos publicados en el Diario Palentino y el Norte de Castilla.

 Obra publicada:
• El amor y dolor en la tragicomedia de Calisto y Melibea (1927)
• La voz del paisaje (1928)
• La muerte es vida (1929)
• Nuestra luz en torno (1930)
• La política y un político (1931)
• Una mujer capaz, Teresa de Jesús : vuelo y surco… (1931)
• Sesenta y nueve años después: panorama escénico en el año 2000 (1931)
• Teresa de Jesús lejos de la santidad y del histerismo: vuelo y surco de Teresa Sánchez (1931)
• ¿A dónde va el siglo? : Rusia, Méjico, España (1932)
• Hervor de tragedia (1932)
• España busca un camino (193-¿)
• Brand, hijo de Ibsen (1933)
• Quejumbre hacia Dios (1934)
• Sócrates (1935)
• Presidente Martínez de Velasco (1935)
• Romances en prosa de nuestra guerra (1938)
• Agua viva (1940)

Teófilo Ortega ha sido un destacado palentino, amante de su tierra, de sus paisajes y de sus gentes, atento espectador de la realidad social y política, y como buen intelectual, crítico de la misma, aunque su crítica siempre estuvo dictada por la moderación y la templanza.
Gozó de la amistad de personalidades destacadas de la España de entonces: Unamuno, Antonio Machado, Ramiro de Maeztu, Jorge Guillén, José María de Cossío y Victorio Macho.
 Mereció la atención de críticos importantes que le estimularon en su oficio de escritor: Benjamín Jarnés, Giménez Caballero, Antonio Machado, Gómez de la Serna y Francisco Ayala.
En 1935 recibe la Encomienda de Isabel la Católica, en reconocimiento a la exaltación que hacía en sus artículos y libros de los valores de Castilla y de sus vínculos con Palencia.
Murió en 1965, apartado de la vida literaria, pero sus libros han quedado como testigos de su verdadera vocación.